El Real Madrid ya tiene el deseado pase a semifinales de la Copa del Rey, pero no consigue despejar las dudas que le rodean. El conjunto blanco llegaba a su debut en la competición del K.O. inmerso en una marejada con la irregularidad como constante y más derrotas de la cuenta y ante Río Breogán (73-67), después de recuperar su versión más competitiva en la primera mitad, fueron víctimas de un apagón que bien caro pudo costarles. Thomas Heurtel, con un doble-doble y un cierre de partido majestuoso, fue el más destacado junto a Guerschon Yabusele y Edy Tavares, dentro de un plan A de notable alto que se vio empañado por un cortocircuito a evitar.
La Copa para el Madrid llegaba en el peor momento de la última década, con casi total probabilidad, con cuatro derrotas en los últimos siete partidos y el último, conquistado in extremis ante Unicaja. El trabajo –muy– bien realizado de forma previa les había otorgado el cartel de primer cabeza de serie y como consecuencia, Breogán aparecería como rival tras el sorteo. Un equipo incómodo y con una estrella, Dzanan Musa, vigilada por los blancos de cara a la próxima temporada gracias a una capacidad ofensiva por encima de la media, además de una combinación presente-futuro de las mejores del continente.
El encuentro, que vivió un emotivo minuto de silencio por las víctimas del naufragio del Villa de Pitanxo, se presentaba con el rival para semifinales, Lenovo Tenerife ya conocido para el vencedor. El Madrid pareció querer encontrarse con los canarios a toda costa y Yabusele, autor de los cinco primeros puntos del encuentro, abría fuego desde el salto inicial. Pronto, la ventaja se asentaba en torno a los diez puntos, con una defensa destacada de Abalde sobre Musa, que aún así se las ingeniaba para producir, y un Tavares, como acostumbra, determinante en ambos aros.
Heurtel, desacertado en el tiro, compensaba con creces gracias a la faceta asistente con ocho al descanso, mientras Williams-Goss, mucho más sólido en defensa, no daba con la tecla en ataque. Tampoco Poirier ni Thompkins encontraban beneficios en un Madrid de luces y sombras que veía como Malhabasic se convertía en la estrella de los gallegos en medio de la vorágine por secar a Musa y cómo Breogán se mantenía con diez abajo al descanso y una afición volcada que clamaba por una remontada que pusiera patas arriba la Copa. El sueño seguía siendo posible, pero el marcador, 41-31, lucía en blanco a la espera de la reanudación.
El Real Madrid volvió a la pista como se fue, con una versión sólida y respaldada por el acierto de sus piezas diferenciales del día. Heurtel encontraba su décima asistencia, Abalde subía de la decena en puntos y Yabusele, mientras Tavares seguía fajándose y engordando valoración, se marchaba hasta los 17 puntos. La ventaja ponía el encuentro cerca de un punto de inflexión, pero la relajación propició el despertar de Dzanan Musa, quien dejaría en nada el conato de finiquitar el encuentro.
Heurtel evita un disgusto
En lugar de ir hacia los veinte, Breogán redujo a menos de diez la desventaja en el luminoso en un minuto en el que el Madrid se perdió en las decisiones arbitrales, que le sacaron del encuentro. Bell-Haynes, también de parranda, apareció hasta poner el 57-50 a falta de diez minutos. Y la cosa iba a ir a peor.
Con un pabellón volcado a favor de Breogán y el Madrid en cortocircuito ofensivo después de manejar una proyección de 100 puntos en la primera mitad, el escenario alcanzó términos de máxima complicación con la reducción a un punto de Bell-Haynes con una canasta que levantó al público de sus asientos, más por el significado que las propiedades de esta.
En un abrir y cerrar de ojos, el Madrid había perdido todo lo que manejaba con tranquilidad, llamando a unos fantasmas que no irían a más debido a la aparición de un mágico Thomas Heurtel, que después de sus 10 asistencias daría la réplica en anotación, sumando siete puntos seguidos y claves para que el cierre fuera más tranquilo de lo previsto con urgencia en un Real Madrid que dominó y ganó, pero vuelve a dejar dudas.